
El ocultista G. I. Gurdjieff exigió a un alumno, fumador empedernido, que dejara el tabaco. Hasta que así no lo hiciera, le prohibió venir a verlo. El alumno luchó durante cuatro años contra su hábito, cuando logró vencerlo, muy orgulloso de su hazaña, se presentó frente al Maestro. «¡Ya dejé de fumar!», Gurdjieff le respondió: «¡Ahora fuma!».
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